Una polillita

Una polilla pequeñita esta muerta en el piso, aki en mi oficina, Fui el único testigo de sus últimos movimientos, una pokas convulsiones que parecían esfuerzos sin mucho sentido por alzar el vuelo una vez más. Estoy seguro de que algo pasaba por su cabeza. Jamás se cuestinó el sentido de la existencia, jamás sintió algo parecido al miedo por lo que pudiera venir después, como un tallo que crece y luego chukipaila o komo dice milo chuknorris. Pero algo había.

Se pierden la polillas, las que viven en mi casa en la unidad y en la universidad, al menos, de kosas maravillosas, ineludibles. Yo creo que no vale la pena ser polilla y revolkarse antes de morir, creyendo, o fingiendo creer, que lucha aún por vivir, que no se va a ir de aquí sin pelear hasta el último segundo. Acabo de mirar y sigue muerta, todavía. Si llegara a moverse, sin embargo, tendría que escribir otra entrada en el blog, explicando cómo sí vale la pena ser polilla y luchar y morir. Vamos a ver qué pasa.